Blanca Rodríguez
Blanca Rodríguez (a la derecha), actuando en la obra 'Tres Mujeres'. Foto: PULL

«Ahora mismo hay más artistas que producciones, pero sí que hay trabajo»

Cultura / Ocio

Blanca Rodríguez es actriz y lleva treinta y ocho años en la profesión. Es directora del grupo de artes escénicas Antígona, vinculado a la ONCE , cuyo objetivo es la integración social de personas ciegas y con discapacidad visual grave. Nació en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria), y en el terreno profesional no ha parado de trabajar, tanto en el cine como en las tablas y la televisión. En cuanto a su formación, estudió interpretación en Madrid, en dos escuelas al mismo tiempo: el laboratorio William Layton y el estudio de Cristina Rota.

En los últimos días, su sector, como muchos otros, se ha visto afectado por la situación de alarma decretada por el Gobierno. Este hecho le ha obligado a quedarse en casa e interrumpir los ensayos de dos de las funciones en las que se encontraba inmersa. A pesar de esto, recientemente la hemos podido ver en nuestros televisores interpretando a Elisa Jiménez en la serie nacional El pueblo, que finalizó su primera temporada el pasado 4 de marzo.

Su carrera la inició con la película El baile del pato, en 1989, de la que mantiene un maravilloso recuerdo ya que las grabaciones le coincidieron con sus estudios en la Península. Desde pequeña tuvo claro que la interpretación era su sueño: «Realmente no hubo un momento en el que decidí a lo que quería dedicarme. Es algo que está dentro de ti, en tu forma de ser.  Yo desde niña fui muy fantasiosa, me gustaba vivir en una atmósfera de ilusión. Todos los caminos que iba tomando me llevaban a ello», señala.

Aunque es la primera artista de su familia, le sirvieron de ejemplo personas de su círculo cercano a las que les encantaba recitar, escribir y leer. Entre ellas, su abuela Amparo, que aprovechaba cualquier oportunidad para cantar. Le fascinaba ver las funciones que se organizaban en Santa Lucía, donde creció:»Se hacían después de la misa, en el teleclub, con la gente del pueblo. Mi madre no me dejaba ir dado que era muy pequeña, pero yo me las arreglaba de alguna manera para verles». El grupo teatral al que hace referencia aún sigue existiendo.

En la actualidad, sigue instalada en su isla natal y no le supone ningún inconveniente estar viajando de manera constante para cumplir con las exigencias laborales, porque «el viajar forma parte de la idiosincrasia de la población canaria», afirma. Y con respecto al escenario que nos está tocando vivir desde hace unas semanas, sostiene que la labor de todos es quedarse en sus casas.

«La nominación a los Goya me abrió muchas puertas»


En el año 2013 fue nominada a un Goya por su papel en Del lado del verano, de Antonia San Juan. «Yo no llegué a la final porque no soy tan conocida y hace falta una campaña de promoción», explica. Pero aún así, recuerda que esa nominación le abrió muchas puertas en el mundo profesional. Poco después, recibió la llamada de un representante que llevaba a personalidades de la talla de José Luis Gil o Nacho Guerrero,  y ese fue el comienzo de nuevas aventuras laborales.

Durante sus casi cuarenta años de carrera, ha coincidido con infinidad de intérpretes de los que guarda un buen recuerdo. Entre estos, destaca algunos nombres como el de Carmen Maura o el cubano Jorge Perrugorría, del que asegura que le impactó «su sencillez, su calidez y su normalidad, a pesar de ser una estrella internacional». También la sorprendieron Maribel Verdú y Rafael Álvarez «El brujo», este último debido a que «a nivel de comedia era un gran actor y un referente».

En su reciente trabajo televisivo, estuvo bajo la dirección de Laura y Alberto Caballero, productores de Aquí no hay quién viva y de la posterior La que se avecina. De esa oportunidad se lleva el «haber descubierto a dos personas jóvenes, llenas de talento y muy pegadas a los referentes actuales».  Blanca también es profesora de teatro y a quienes asisten a sus clases siempre les dice «que no hay papeles pequeños, que siempre hay que hacerlos bien y disfrutarlos. Y les pongo mi ejemplo, pues gracias a un cameo que realicé en 2015,  me llamaron para trabajar en El pueblo más tarde. Se fijaron en mí y les gustó lo que hice». El personaje que le ofrecieron estaba pensado en un principio para Verónica Forqué, pero a esta le fue imposible comprometerse con la producción.

«El techo de cristal te lo pones tú»


Muchas actrices cuentan que a partir de una cierta edad dejan de recibir papeles. Según Blanca, la industria potencia mucho la juventud porque en el mundo en el que vivimos le damos una importancia capital al aspecto físico, y tendemos a repetir en las ficciones esos mismos convencionalismos sociales. Denuncia que, en muchas ocasiones, los personajes femeninos parecen girar en torno a los masculinos. Pero es consciente de que el mundo está cambiando y de que «cada vez más las protagonistas empiezan a ser mujeres, puesto que el cine es un arte en el que hay hueco para jóvenes, mayores y hasta animales. Hay personajes para todas las edades». Algo en lo que hace hincapié es en la importancia de disfrutar interpretando: «Yo pienso que el techo de cristal te lo pones tú. Si lo que haces es bueno, el público lo va a recibir».

Otro tema que preocupa a las jóvenes promesas es la precariedad y la falta de proyectos tanto en el archipiélago como fuera. Para la actriz: «Ahora mismo hay más artistas que producciones, pero sí que hay trabajo. En las Islas nos gusta mucho el arte en todas las disciplinas». De igual modo les recomienda a los nuevos talentos que no se limiten a Canarias, que muestren disposición a realizar viajes, a formarse y a hablar idiomas.

En cuanto a próximos proyectos, recalca que tan pronto como pueda retomar su actividad continuará en el teatro, con las obras Tres mujeres y  Siete hombres buenos;  y en la tele seguirá colaborando con el programa En otra clave y esperando la llegada de la segunda temporada de la serie, que ya se ha grabado.

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