Imagen: El Heraldo

No son dioses

Opinión

No. No lo son. Pese a la creencia popular, las personas que juegan a fútbol no dejan de ser eso: personas. Siguen siendo terrenales. Sí, pese a que sean muy buenos en los suyo, levanten pasiones y sean casi superhéroes para muchos. Y aunque cobren cifras tan grandes que se nos escapan de la imaginación. Siguen siendo seres humanos, con derechos y obligaciones. Para lo bueno y para lo malo. No están exentos de sus deberes, porque sí, los tienen. Entre ellas, pagar sus impuestos al igual que el resto de ciudadanos del país.

Cristiano Ronaldo está siendo investigado por Hacienda por un presunto fraude de 14, 7 millones de euros en relación con sus derechos de imagen. Pero aún hay más, ya que el mejor jugador del mundo también se aprovechó de la Ley Beckham (rebautizada precisamente por culpa del ex jugador madridista) que permite a los extranjeros que se muden a España para trabajar, puedan tributar como no residentes.

Esto último no atenta contra la ley, pero sin duda es de dudosa moralidad. Lo que sí es delito son los cuatro fraudes fiscales de los que la Sección de Delitos Económicos acusa a la estrella del Real Madrid entre 2011 y 2014. Es probable que alguien por una cifra mucho menor acabe en la cárcel, pero en el caso del portugués se antoja casi imposible.

Existen antecedentes en España, y otras estrellas de la talla de Lionel Messi, quien fue condenado a 21 meses por defraudar 4, 1 millones de euros y por cometer tres delitos fiscales logró evitar la entrada en prisión gracias a multas económicas pagadas precisamente con el dinero antes ocultado. Otros futbolistas como Neymar Júnior, Iker Casillas o Xabi Alonso también vivieron la misma situación y pese a los indicios de delito, se libraron de cualquier pena milagrosamente. Y es más que posible que la historia se repita en esta ocasión.

No son dioses, pero a veces lo parecen. Por el trato de favor que reciben por parte de la justicia, que según refleja la Constitución debe ser igual para todos los ciudadanos, independientemente de su condición.  Y por el apoyo de una gran parte de la población, que no es capaz de dejar los fanatismos de lado y condenar acciones que van en contra de los intereses de todos.

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