Los rankings universitarios o cuando todo es relativo

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El U- Ranking, una iniciativa de la Fundación BBVA y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) dedicada a calificar las instituciones universitarias, publicó hace unos días su clasificación de centros superiores de enseñanza españoles colocando a la ULL en el vagón de cola. Sin embargo, en septiembre del año pasado, el  Ranking de Shangai situó a la institución lagunera en el puesto número 16 de un total de 74 centros. ¿Por qué esta diferencia?

«En el caso de que dos corredores lleguen casi al mismo tiempo a la meta y uno de ellos sea cojo, se debería tener en cuenta este condicionante para saber por qué no ganó”. Así define Leopoldo José Cabrera Rodríguez, profesor de Técnicas Cuantitativas de Investigación Social y Tratamiento y Análisis de Datos en la ULL, la problemática de la elaboración de los rankings y la complejidad del mundo de la investigación aplicada.

Los resultados del rendimiento de las universidades españolas, según U-Ranking, se diversifican en tres dimensiones, consideradas esenciales en cualquier sistema universitario: la docencia, la investigación e innovación y desarrollo tecnológico. Estas, a su vez, se han igualado en cuatro ámbitos: acceso a recursos, producción obtenida, calidad (con ciertas limitaciones) e internacionalización de las actividades.

Como novedad, este año se han analizado 13 universidades privadas en comparación a las 11 de la pasada edición. Estas solo constituyen el 14,5% del sistema universitario español, frente a las 48 públicas que conforman la mayor parte de la educación superior. “Los indicadores hacen una foto y si yo tuviera otros indicadores sacarían otra”, explica el profesor, quien enfatiza que la disparidad de datos entre los rankings se debe al uso de unos indicadores u otros.

En el caso de U-Ranking se tuvo en cuenta 25 indicadores, de los que las universidades privadas debían cumplir como mínimo 18: artículos científicos, calidad de las publicaciones o notas de corte, entre otros. Elegir un parámetro u otro determinará una certeza incompleta en cualquier caso de lo que se está estudiando, aunque Cabrera Rodríguez insiste: “Son una imagen de la realidad distorsionada porque, al seleccionar un bloque determinado de indicadores, ha eludido buscar otros”.

Por ejemplo, si se considerase el medidor de rendimiento, la ULL ascendería puestos en la clasificación con una diferencia significativa respecto a la Universidad de Navarra que, en docencia, paradójicamente, se sitúa la primera.

Motivos del desequilibrio

Existen una serie de circunstancias propias del carácter privado de la universidad, como el acceso a ella sin nota de corte o el porcentaje de alumnos aprobados con los que tiene que contar cada profesor. Ser una universidad privada no implica que sea más productiva, pues los rankings son “un método subjetivo que se objetiviza a través de indicadores” y “tampoco tienen en cuenta todas las condiciones”, subraya Cabrera Rodríguez.

Hay ejemplos de excelencia en titulaciones concretas que, en términos generales, son sobresalientes como por ejemplo las facultades de Física y Psicología de la ULL, las cuales se encuentran entre las mejores del País, según un ránking elaborado por la Universidad de Granada, calificado como uno de los más fiables por Antonio Martinón, rector de la Universidad de la Laguna, «porque tiene en cuenta todas las ramas de conocimiento”. “La universidad no es homogénea, hay partes buenas y partes malas”, sentencia el docente.

El entorno geográfico y social en el que se sitúa una universidad influye también en las valoraciones que los usuarios hacen de sus servicios. Las variables escogidas se corresponden a situaciones externas al centro: el clima, si es una zona urbana, el dinero o si un alumno trabaja a la vez que estudia, entre otras, las cuales no están bajo su control. Se tienen en cuenta como un complemento, pero no se computan y esto es lo que critica Cabrera ya que, para él, «las universidades no están compitiendo en las mismas condiciones, pues la concurrencia competitiva tiene que ser igual entre sí».

El Ranking de Shangai conocido a escala internacional y publicado cada mes de septiembre analiza las 500 mejores universidades del Mundo, de las que 12 son españolas y en el que la ULL se posiciona en el número 607.

Domingo Docampo, catedrático de Matemáticas de la Universidad de Vigo, ha trasladado al ámbito nacional el Ranking de Shangai. Este ubica, como ya se ha apuntado, a la ULL en el puesto número 16 de un total de 74 centros. Y se observa que la Universidad de Navarra, la cual aparece primera en docencia según U-Ranking, se encuentra en este estudio 15 puestos por debajo.

Esta es una de las críticas que se achaca a la clasificación internacional, ya que tiende a los indicadores de ciencia y tecnología, además de no tener en cuenta el factor tamañodado que la ULL “en cinco años ha reducido su plantilla de 1.800 profesores a unos 1.500”, según argumentaba recientemente Francisco Almeida, vicerrector de Investigación de La Laguna.

El ranking Leiden

El ranking Leiden, clasificación elaborada por el Centre for Science and Technology Studies de la Universidad de Leiden (Países Bajos), mide el impacto y el grado de colaboración científica de los centros académicos de todo el Mundo. En mayo de 2015 situaba a la ULL en el primer puesto en colaboración científica en España y la número 36 a nivel mundial.

Existen diferencias entre los rankings por los indicadores que se utilizan y los criterios que se toman a la hora de elaborarlo. Este año el Ranking Leiden se ha acotado a cinco ramas de conocimiento cuando, en el año 2014, eran 7. Lo mismo ocurre con el U-Ranking, el cual no solo cuenta con la especificación de U-Ranking Volumen, sino de otras como U-Ranking Dimensiones y U-Ranking Titulaciones. Con estas clasificaciones de estudios universitarios lo que se busca es “si la peculiaridad de la sociedad tiene que ver con la impronta de la universidad”, apunta Cabrera.

Para el profesor de la ULL, los rankings «solo sirven de guía, de orientación”, ya que “según los indicadores que usen la realidad se convierte en relativa”. Según el docente: «No se corrige la negatividad de lo social, de lo político, de lo cultural y de lo económico. El problema no es que los rankings sean falsos, más creíbles o menos creíbles, sino limitados en lo que a criterios se refieren».

Otro aspecto condicionador es “el nivel de inferioridad que suponemos que tenemos, pues los estudios pueden ser superiores respecto a lo que los rankings dicen y si hay alguna desventaja es por el poco apoyo económico a la investigación y a la universidad por parte de empresas, como sucede en Estados Unidos, donde saben optimizarlos. De ahí que una universidad como la de Harvard sea de las primeras del Mundo”, concluye el profesor.

 

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